Es verano en Kramatorsk, al este de Ucrania.
Vova y Roma, de 12 y 14 años, siempre están juntos. Se dedican a limpiar coches para ganar un poco de dinero, van a nadar al lago para escapar del calor insoportable y juegan con pistolas de plástico como si estuvieran en la guerra.
Mientras, la verdadera guerra está en todas partes y los combatientes quieren matar al enemigo. Vova y Roma solo quieren matar el tiempo.
Un cortometraje documental dirigido por Marcin Kundera
Cinematografía: Marcin Kundera
Montaje: Julia Kharybina
Música: Volodymyr Volodymyrovych Samoliuk
Producción: I SEE YOU
Traducción y subtitulación: Rocío González Soriano, Adriana Díaz Madrid
Entrevista

Marcin Kundera Director
“A pesar de la cruda realidad que nos rodeaba,
fue una época preciosa, por muy extraño que parezca”.
- ¿Podrías contarnos un poco sobre ti, Marcin?
Soy de Szczecinek, una pequeña ciudad al noroeste de Polonia, aunque estudié cine en Katowice, en la Escuela de Cine Krzysztof Kieślowski. He estado viajando por el mundo durante mucho tiempo, pero no me llegaba a asentar en ningún lugar hasta que llegué a Ucrania, donde llevo ya más de dos años.

¿Cómo se te ocurrió hacer esta película?
Nació como símbolo de una protesta. Cuando la invasión avanzaba a mayor escala en 2022, no sabía de qué forma podía ayudar. Mi pareja y yo fuimos voluntarios en la frontera de Ucrania con Polonia y llevamos a cabo recaudaciones de fondos, pero aun así, sentíamos que no era suficiente. Más tarde, debido a algunos compromisos que teníamos, tuvimos que irnos a Asia Central unos meses. Ahí fue donde di con esta idea: ¿por qué no aprovechar mis habilidades para mostrar esta protesta interna?
Así que empecé a hacer cortos en internet sobre cómo los niños lidiaban con las crisis globales de la actualidad. Así es como I SEE YOU (en inglés) se convirtió en una realidad. Supe desde el principio que la primera historia tenía que ser sobre lo que estaba ocurriendo en Ucrania.
Cuando regresé de Asia, me ofrecieron un puesto como cámara para un canal de televisión polaco. Mientras trabajaba en Kramatorsk, una ciudad del frente ucraniano, un chico que se llamaba Vova se ofreció a limpiarme las ventanillas del coche. Cuando empezamos a hablar, me quedé fascinado. Le agradecí la oferta y le pregunté si estaba interesado en salir en una película. «Claro, ¿por qué no?», me dijo. «¡Una vez me entrevistaron en la tele, así que sé cómo hacerlo!».
Conocí a su madre para pedirle permiso, le hice una grabación de prueba y luego tuve que regresar a Polonia. Durante los siguientes seis meses, me aseguré de conseguir una acreditación de prensa y prepararme para el rodaje.
Después de casi tres días de carretera en mi vuelta a Kramatorsk, hice una parada en mi tienda local favorita. Ahí fue cuando Roma apareció por la esquina, ofreciéndose también a limpiarme las ventanillas. Mi primer pensamiento fue: «¡genial, aquí tenemos a su compi!» Al parecer, los chicos ya se conocían y habían trabajado juntos. Y así fue como empezó todo.
“Estos chicos no saben lo que es el mundo sin guerra”.
- Ganarse la confianza como director de cine no es nada fácil y sobre todo, a la hora de trabajar con niños. ¿Cómo lograste convencer a los chicos y a sus padres?
Era bastante consciente de lo extraño que podía ser que un extranjero cualquiera se acerque y te diga: «¡Oye, quiero hacer una película sobre tu hijo!». Sin embargo, con los padres de Vova no hubo problema. Fueron los primeros que conocí y, además, estuvimos en contacto durante la preparación del rodaje. Por otro lado, a los padres de Roma les llevó algo más de tiempo. Les enseñé algunas películas y fotos que había hecho anteriormente de Ucrania y, una semana después, aceptaron. Tener la acreditación de prensa de las Fuerzas Armadas de Ucrania probablemente me ayudó bastante.
Con los chicos fue mucho más sencillo. Desde el principio, era como un juego para ellos. No hay mucho más que decir. Los chicos andaban por ahí mientras sus padres trabajaban duro. Por supuesto, tuve que ganarme su confianza, pero una semana después era como si la cámara no estuviese ahí y simplemente eran ellos mismos.

- En enero de 2025, se proyectó la película en FIPADOC, el Festival Internacional de Programas Audiovisuales de Biarritz. Cuando acabó, el público se preguntaba: ¿por qué estos niños están solos? ¿Dónde están sus padres?
Es cierto que la película da la impresión de que Vova y Roma son los últimos niños que quedan en Kramatorsk. Hay una simple razón: ninguno quería que grabara sus casas y eso tenía que respetarlo. Sus padres estaban muy ocupados trabajando y encontrar un trabajo estable en aquella situación no es tarea fácil.
Aunque no eran los únicos niños que había en la ciudad. También grabé a otros chicos, pero al final sus padres no dieron el permiso o estaban viviendo con familiares que no podían darlo por temas legales, así que decidí centrarme únicamente en estos dos chicos.
No era mi intención dar la impresión de que estaban solos o que nadie estaba cuidando de ellos. Por eso, incluí una llamada telefónica con la madre de Vova. Los días eran repetitivos: nos reuníamos a las nueve de la mañana y nos despedíamos antes del toque de queda a las nueve de la noche. Era verano, hacía un calor insoportable y no había nada que hacer. Además, la mayoría de los sitios estaban cerrados excepto las tiendas de alimentación, las peluquerías y algunos restaurantes.
Los chicos estaban todo el día en la calle. Lo único que hacían para escapar de la monotonía era ir al lago, hablar con rusos por el móvil y, por supuesto, hacer una película. A pesar de la cruda realidad que nos rodeaba, fue una época preciosa, por muy extraño que parezca.
“Me di cuenta de que la clave estaba en acercarse a la cámara, al nivel de los ojos”.
- Jugar a la guerra es muy común entre los niños. Sin embargo, en la película, la guerra ocurre de verdad. Para tener una edad tan temprana, Vova y Roma no han conocido la paz. ¿Qué es para ellos la guerra?
Ellos no juegan a la guerra. No hay chicos buenos ni chicos malos, ni policías ni ladrones. Solo tienen un papel: tengo una pistola y tú eres mi objetivo.
La invasión lleva tres años avanzando a escala mayor desde febrero de 2022, sin olvidar que la guerra lleva siendo una realidad en Dombás durante más de una década.
Estos chicos no han conocido un mundo sin guerra. Esa es la razón por la que, paradójicamente, lidian mejor con ella que los adultos. No llegan a aferrarse a lo que han perdido porque no han experimentado otra cosa. Las explosiones son parte de su día a día y todo lo que tienen a su alrededor o bien es destruido o protegido para que no lo bombardeen.
Claro que les afecta, pero la pregunta aquí es: ¿qué pasará en el futuro? ¿Serán capaces de adaptarse a lo que consideramos un mundo “normal”? ¿A un mundo sin sirenas antiaéreas, sin tener que asistir a funerales, sin agresiones constantes y sin la muerte? Espero que sí.

- ¿Qué enfoque le quisiste dar? Grabas con suavidad y sensibilidad sin necesidad de cámaras lentas ni violines. Y de vez en cuando, es como si no estuvieras detrás de la cámara.
Desde el principio, supe que no quería imponer nada, solo quería acompañarlos en su día a día. Me daba curiosidad saber qué significaba crecer en una zona de guerra. No quería centrarme en la propia guerra, sino transmitir cómo es ese estilo de vida desde la perspectiva de un niño.
Los primeros días fueron difíciles y la mayoría de las secuencias no sirvieron, hasta que me di cuenta de que la clave estaba en acercarse a la cámara, al nivel de los ojos. Casi toda la película se rodó con un objetivo gran angular de 24 mm.
Y aun así, a veces sentía que seguía viéndolo desde mi perspectiva, no desde la de ellos. Hubo un día que de repente Roma cogió la cámara, se montó en la bici y empezó a grabar.
Cuando vi el vídeo, supe que eso era justo lo que me faltaba: el mundo visto desde sus propios ojos. Inestable e imperfecto, pero real. Así fue cómo se grabó el tour por el colegio, convirtiéndose en mi escena favorita de toda la película.
“¡La gente a veces no se da cuenta de que los cortos documentales existen!”
- ¿Algo que decir sobre 99?
Me encanta todo lo que hay detrás de esta plataforma. Hay muchas películas increíbles que desaparecen después de que las proyecten en los festivales porque no hay espacio para los cortos documentales. Sabemos que está YouTube, pero es agobiante que tengas que saber lo que quieres ver exactamente. ¡La gente a veces no se da cuenta de que los cortos documentales existen!
He de decir que una parte de culpa la tienen los directores de cine. Hay muchas películas que se olvidan después de verlas en festivales en vez de distribuirlas a un mercado más amplio. Entiendo que los derechos legales pueden jugarles una mala pasada, pero seamos honestos, ninguno de nosotros hace esto por dinero.