Paolina tiene los dientes grandes.
Sigue los pasos de su madre y su abuela.
¿Podría ser un complejo de inferioridad, transmitido de generación en generación? ¿O será simplemente que los dientes grandes significan grandes sonrisas?
Dirigido por Paolina Stefani
Gracias: Jodie Clifford
Traducción: Aarón López
Entrevista
Paolina Stefani Directora
«La única regla de las fotos
era que todas tenían que enseñar nuestros dientes».
- Tu corto ya nos cuenta mucho sobre ti, pero… cuéntanos sobre la propia Paolina.
Nací el 8 de marzo de 1998, el Día Internacional de la Mujer, de madre holandesa y de padre ítalo-belga. Crecí en una pequeña localidad de la Toscana llamada Lucca.
La ciudad de Lucca está rodeada por murallas medievales que cercan el centro de la ciudad, justo donde está la casa de mi infancia.
Con el tiempo, me di cuenta de que las murallas no eran solo una estructura física, sino que se habían convertido en un límite metafórico para mi expresión y crecimiento. En esta pequeña ciudad italiana, ser una mujer llegó a ser uno de mis mayores retos, uno de mis mayores desafíos.
- ¿Por qué?
El hecho de ser una niña muy sensible e hipersexualizada desde una edad tan temprana y el que me vieran por cómo era mi cuerpo y no por su contenido provocó que desarrollara un conocimiento muy limitado de lo que, como mujer, podía ser o hacer. Las opciones eran pocas y típicas y me llevaron a sufrir una ansiedad que, después, desembocó en una anorexia a los 15 años.
Gracias a que mi madre me amplió los horizontes y me empujó a viajar sola desde muy pequeña, y una vez que terminé el instituto, me llegó la hora de abandonar el nido, volar y crear mi propio camino. ¡Las cosas maravillosas pasan cuando empiezas a cuestionarte a ti misma y lo que te rodea!
- Y abandonar el nido te llevó a… la Central St Martins, en Londres.
La Central Saint Martins, en Londres, me alimentó las ganas de explorar y de comprender lo que la gente intenta expresar, lo que me sirvió para traducir e interpretar los sentimientos de forma empática e inteligente.
Primero estudié diseño de comunicación gráfica y después me especialicé en la imagen en movimiento, y el núcleo de mi trabajo nació del uso de las historias como vehículos comprometidos humana y socialmente.
Mi trabajo gira en torno a la concepción y dirección creativa de proyectos en los que utilizo herramientas como la empatía, la ayuda mutua, el intercambio y las formas de solucionar un problema. Cuando creo, lo que más me interesa es interactuar con un grupo de personas sobre un tema específico, de manera que aprendemos sobre ese tema en cuestión, pero también los unos de los otros, lo que nos permite que compartamos todas las posibilidades.
«Mi objetivo era crear una historia íntima
y universal al mismo tiempo».
- El corto está basado en fotos y vídeos de cientos de familias. ¿Cómo trabajaste?
Técnicamente hablando, lo más difícil de todo el proceso fue escribir la historia. Cuando lo hice, me grabé a mí misma leyéndola en voz alta, escaneé las fotos y las coloqué de la manera más efectiva posible. La única regla de las fotos era que todas tenían que enseñar nuestros dientes.
Al principio me centré en las dos únicas cosas que quedaban de mi abuela: fotografías antiguas y los recuerdos de mi madre. Pero entonces sentí la urgencia de experimentar más con el potencial de la fotografía como herramienta para contar una historia. Las fotos se convirtieron en el medio para guiar y cuestionar las historias que me ayudaron a moldear mi propia identidad, además de la de mi madre y la de mi abuela.
Combiné lo sonoro y lo visual, el pasado y el futuro, lo que percibimos y lo que imaginamos. Mi objetivo era crear una historia íntima y universal al mismo tiempo.
- ¿Por qué este título, Matriosca, la muñeca rusa?
Todo empezó cuando, al intentar representar quién soy, me vi dibujando una muñeca rusa, una matryoshka. La muñeca que tiene dentro otras muñecas me llevó a comparar mi identidad con la forma y con el significado. Partí del supuesto de que, al igual que una matryoshka, diseñada de tal modo que cada muñeca encaja dentro de la siguiente, la identidad de cada uno está configurada por una suma de capas.
Además, la etimología de la palabra matryoshka (una mujer y una madre de honestos y morales principios) impulsó una búsqueda de mi identidad como mujer y de las mujeres de las que cuido.
Para entender mejor a las mujeres que me preceden, investigué el archivo familiar. Las fotos antiguas de mi difunta abuela y la conversación que salió a raíz de ellas entre mi madre y yo me motivaron a analizar y a contar la historia de mi propia muñeca con sus otras muñecas dentro.
Al igual que estas muñecas de intrincado diseño encajan las unas dentro de las otras, me vi encajando dentro de mi madre y de mi abuela. Me puse a analizar mi propia matryoshka (o matriosca, en italiano).
- ¿Qué opinas sobre 99 y sobre el hecho de que tu corto se haya subtitulado en muchas lenguas?
Haber crecido con el italiano, el francés, el holandés y el inglés hizo que cayese en la cuenta de que, mientras que las palabras que usamos para expresarnos pueden ser distintas según el lugar, los sentimientos siguen siendo universales.
Estoy completamente de acuerdo con la visión y la misión de 99. Derribar la barrera del idioma y poner sobre la mesa historias que han de contarse y compartirse es una causa muy necesaria. Ser parte de una «red» más grande de historias y personas es lo que hace tan especial el trabajo de 99.
Creo que somos todos aliados en cierto modo, puesto que intentamos entender quiénes somos y por qué hacemos lo que hacemos. En espacios como 99 (a través de historias y cortos) encontramos formas de imaginar nuestras necesidades y sueños, de encontrar nuestra propia voz.